Casi todos los que viajamos por Córdoba, ya sea de paso, o bien entrando a la ciudad, conocemos un gran puente de arquitectura contemporánea. El puente fue inaugurado en el año 2011 y es una obra del ingeniero Jose Luis Manzanares.
Para los que cruzamos ese puente sobre el río Guadalquivir, vemos una señal con el nombre «Puente de Ibn Firnás, 370 m», pero ¿ sabemos qué nos quiere decir ese puente? ¿sabemos quién era Ibn Firnás?
Abbas Ibn Firnás, que tiene su origen en la bella ciudad de Ronda (Málaga), vivió en el siglo IX bajo la órbita de los Omeyas. Está considerado el precursor de la aeronáutica, o por lo menos es la primera persona de la que se tienen noticias de que intentara volar.
Ibn Firnás abarcaba varias disciplinas, como venía siendo normal entre los intelectuales de su época: filósofo y poeta, aficionado a la música y a los juegos de prestidigitación destacó especialmente en los campos de la física y la astrología. Construía pequeños artilugios-autómatas, pero sobre todo, era un inventor.
Estudiaba los planetas y además fabricaba una especie de instalaciones parecidas a lo que hoy llamamos «planetario» con estrellas y planetas, a los que añadía rayos y truenos que dejaban atónitos a los invitados.
Ibn Firnás diseñó una clepsidra o reloj de agua y desarrolló la técnica de la talla del cristal de roca, que aunque habían sido utilizadas por los egipcios, no eran conocidas en Occidente. La clepsidra que regaló al emir, le permitía conocer la hora de la oración sin observar el sol y las estrellas, por lo que era el «mejor invento para la religión», como él mismo diría.
Fabricó igualmente una esfera almilar consistente en varios círculos, realizados en vidrio, en cuyo centro se encontraba una pequeña esfera que representaba la Tierra, y que se utilizaba para realizar observaciones astronómicas dirigiendo los diferentes círculos según el plano de los círculos celestes.
Pero Abbás Ibn Firnás soñaba con volar, y no había nada que se le resistiera. Observó el vuelo de las aves, y construyó una especie de armazón de madera articulado, con unas alas, hechas de seda y plumas de aves rapaces. Con este artilugio se lanzó desde una torre del palacio la Ruzafa, y parece que incluso llegó a planear algunos metros, cayéndose, como no podía ser menos, pero fracturándose solo las piernas, según algunos. El vuelo, que ocurrió en el año 875 fue todo un éxito, y si no salió mejor, fue porque no proyectó una cola para su máquina. Según que fuentes, quizá este no fue el primer intento.
Esto ocurrió en el siglo IX, seiscientos años antes de que Leonardo da Vinci diseñara su máquina voladora, y desde luego, bastante antes que los hermanos Wright.
En España existen varias sociedades astronómicas que llevan su nombre. Es conocido en Ronda, su ciudad natal, y desde hace unos años también en Córdoba, por el famoso puente que lleva su nombre, y que simula las alas y el impulso de su artefacto volador unido a sí mismo. Pero en muchos países árabes Abbás Ibn Firnás es muy reconocido. En Bagdad luce en una escultura con sus alas, además de dar nombre a un aeropuerto y a un cráter. En España existe una novela escrita por Antonio R.Acedo del Olmo, de editorial La Serranía.
Con esta pequeña aportación simplemente pretendo dar a conocer quién era ese Ícaro que da nombre a ese hermoso puente que muchos cordobeses y foráneos cruzan sobre el Guadalquivir.
Textos @barrocovg (@carolinares)
Fotografías: Google, jaimeguera, jerotinoco, sanchez romero diario córdoba