¿DE DÓNDE VIENE LA TRADICIÓN DE LOS BELENES?
La celebración del Nacimiento de Cristo no se extenderá hasta el siglo III. La fiesta que se celebraba por los primeros cristianos era la Pascua o Resurrección. Casi nada se sabía de la infancia de Cristo, pocos datos nos dejaron los evangelios de San Lucas y San Mateo, más centrados en la estirpe del niño que en las anécdotas que más tarde darían lugar a los magníficos belenes que hoy día podemos visitar en Priego.
Lo anecdótico en la historia del nacimiento de Jesús hay que buscarlo en los evangelios apócrifos (extracanócicos), que dieron lugar a historias que se transmitieron a lo largo del tiempo satisfaciendo el deseo de la gente de conocer la parte “más humana de Cristo”.
Y si poco sabían de la infancia de Cristo, ¿cómo saber la fecha exacta de su nacimiento? Lo cierto es que se tomó el día 25 de diciembre, en el que los romanos celebraban el día del “nacimiento del sol invicto”
En algunos sarcófagos paleocristianos, aparece la representación de la Virgen con el niño, y la Adoración de los Magos o Epifanía. En la Alta Edad Media, aparecen en pinturas sobre tabla algunas escenas “sagradas de los belenes”: el sueño de José, la adoración de los Magos y los pastores, o lo que conocemos como Natividad o Nacimiento, es decir, San José, La Virgen, el niño, la mula y el buey. Hasta ahí todo….hasta que llega San Francisco de Asís.
EL PRIMER “BELENISTA”…SAN FRANCISCO DE ASÍS
Le tenemos que agradecer al santo de Asís esta tradición nuestra de poner belén. Parece ser que en la Navidad de 1223, en Greccio, Italia, San Francisco celebró una misa en una cueva, poniendo un pesebre vacío, con una mula y un buey, simulando lo que debió ser el nacimiento. Ahí comenzó todo, como una especie de “teatrillo” o belén viviente.

De ahí a las figuritas…un paso. Los primeros “misterios” (nos referimos a San José, la Virgen y el Niño, con animales o pastores, o Reyes), aparecen a finales del siglo XIII y abundan ya en el siglo XV, y son de madera o incluso piedra, siempre policromados.
Pero el “boom” de los belenes viene después de Trento, cuando la iglesia comienza su gran campaña de marketing, la llamada Contrarreforma, para la cual utiliza todos los medios. Parroquias y conventos adquieren belenes en los que aparecen figuras humanas, familias normales, con el impacto que esto tiene sobre las personas de aquella época. Se resalta el lado humano de Jesús y su familia, incorporando cada vez más “figurantes” al escenario, aportando gran realismo a las escenas, en ropajes y atuendos de la época.
Destacan nuestro paisano alcalaíno Matínez Montañés en representaciones de este tipo para iglesias y conventos. Nada desdeñable es el relieve que tenemos en el retablo de la Iglesia de la Asunción del siglo XVI, atribuido a Juan Vázquez el Viejo. Pero si alguien destacó en la talla de nacimientos, y toda la cohorte que se va añadiendo a los mismos, esta fue Luisa Roldán, más conocida como La Roldana. De esta magnífica artista son pequeñas escenas (llamadas dioramas, por todo lo que representan, no solo las figuras, sino el entorno donde se ubican al mayor detalle) como La Huída a Egipto, Adoración , etc…

¿QUÉ HAY DEL BELÉN NAPOLITANO?
La importancia del Belén Napolitano radica en que lo que antes es de un círculo un tanto “privado” limitado a los religiosos e iglesias…, pasa al resto de los mortales, entre otras cosas gracias a la afición de nuestro rey Carlos III, que también fue virrey de Nápoles.

En Nápoles esta costumbre estaba muy arraigada, y este monarca tenía la costumbre de adornar su palacio con cientos de figuritas y escenas que reproducían el nacimiento y gran parte de lo que lo rodeaba en la aldea de Belén. Cuando este rey viene a España impone esta costumbre, que rápidamente los nobles imitan para adular al monarca.
Su hijo Carlos IV sigue potenciando la costumbre y cuenta ya con un belén de más de 5.000 piezas, en las que las escenas se han multiplicado: la posada, la taberna, la lavandera, las ovejas, los pastores, etc… Pequeños pueblos representando escenas cotidianas hechos con maderas, corchos, y figuritas de barro cocido.
La importancia y la fama del belén napolitano radica en que es allí en Nápoles donde se multiplican las escenas, apareciendo castillos, ríos, montañas, arquitecturas y edificios, que dan realismo a las escenas, y se introducen elementos reales para dar naturalismo, por esto aparecen las figuras que llamamos “enteladas”, con vestimentas reales.
PRIEGO…CON GRAN TRADICIÓN
Priego cuenta con una gran tradición que cada vez va a más. Hace muchos años era costumbre poner belenes en las casas, pero estos belenes no pasaban de esto, siendo visitados por amigos y conocidos; y además estaba el belén de San Francisco, el del cura Camacho, que tenía agua, y en el que además amanecía y anochecía…(todavía lo sigue haciendo).

Poco a poco se empezaron a abrir las puertas de las casas e incluso el Ayuntamiento tomaba parte en el asunto, haciendo un programa, un concurso y una ruta de belenes. También señalar los “dioramas” o escenas sueltas que comenzamos a ver en algunos escaparates de comercios del centro de Priego.
Os aconsejo visitar la ruta de belenes, hay verdaderas maravillas, …, y algunos hasta tiene escenarios de plazas y lugares típicos de nuestro pueblo.
