Era Venus la diosa de la hermosura y la belleza. Todos los dioses estaban enamorados de ella, incluso Júpiter, hermano de Neptuno. Pero Júpiter no era correspondido por la bella diosa. Su amor pertenecía a Marte. Sin embargo, Júpiter, envidioso, para castigarla le da por esposo a su hijo Vulcano, cojo y poco agraciado, dios de las profundidades de la tierra.
De ese matrimonio nace CUPIDO, el dios del amor, que más tarde dispararía uno de sus agridulces dardos a su propia madre, que quedaría prendada del joven Adonis. Aquí tenemos una hermosa representación de Cupido con su madre Venus, en la carroza de Neptuno de la Fuente del Rey

Cupido fue cristianizado en San Valentín, por la necesidad que tuvo la iglesia católica de ir poco a poco asimilando y cambiando las fiestas paganas. Y esto es lo que ocurrió con las Lupercales, celebradas el 15 de febrero, en las que jóvenes adolescentes, ataviados como machos cabríos golpeaban a las jóvenes doncellas en manos y espaldas con correas de piel de cabra que asimilaban al miembro viril. Era un alegato a la fecundidad que recordaba a la Loba que amamantara a Rómulo y Remo (Lupercares viene de «lupus»., lobo). La iglesia cambió la fecha al día anterior, aprovechando que ese día había sido sacrificado San Valentín, un médico romano que se hizo sacerdote y que ofició muchas bodas entre jóvenes enamorados.